Un documento que marcó generaciones
¿Sabías que antes del DNI, los argentinos usaban una “libreta de enrolamiento” como identificación? Este documento, que en su momento fue símbolo del paso a la adultez y de obligaciones cívicas, fue clave en la construcción de la identidad ciudadana del país.
A continuación, te contamos su historia, desde sus orígenes militares hasta su modernización como Documento Nacional de Identidad.
Origen militar: el nacimiento de la libreta de enrolamiento
La libreta de enrolamiento nació como respuesta a una necesidad del Estado argentino en plena consolidación nacional. Creada a principios del siglo XX, tenía como objetivo principal registrar a los varones que debían cumplir con el servicio militar obligatorio.
Desde los 18 años, los jóvenes eran citados para enrolarse, y una vez registrado su cumplimiento, recibían este documento.
Esta libreta funcionaba como un certificado de que el ciudadano había cumplido con su deber con la patria, y era, por muchos años, el primer documento de identidad formal para miles de argentinos.
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Más que un papel militar: el rol en la organización del Estado
La libreta de enrolamiento no solo servía para asuntos castrenses. En la práctica, se convirtió en un instrumento clave para la administración civil. Permitía votar, realizar trámites oficiales, y hasta funcionaba como prueba de identidad en instituciones bancarias y educativas. Su existencia facilitó al Estado nacional unificar registros y contar con una base de datos sobre sus ciudadanos.
Con el paso del tiempo, el documento dejó de estar estrictamente ligado al servicio militar para transformarse en una forma generalizada de identificación masculina.
¿Y las mujeres? El surgimiento de la Libreta Cívica
Mientras los hombres usaban la libreta de enrolamiento, las mujeres obtenían un documento diferente: la libreta cívica, entregada a partir de los 18 años con la finalidad principal de permitirles votar. Esta distinción reflejaba no solo una diferencia de género sino también las funciones asignadas a cada ciudadano por el Estado.
Ambos documentos coexistieron por décadas hasta que una política de modernización buscó poner fin a esta dualidad.
La llegada del DNI: unificación y modernización
Con el avance del siglo XX, Argentina adoptó un nuevo paradigma en materia de documentación ciudadana. A partir de la década de 1960, comenzó la transición hacia el Documento Nacional de Identidad (DNI), unificado y obligatorio tanto para hombres como para mujeres.
Este nuevo documento reemplazó gradualmente la libreta de enrolamiento y la libreta cívica, incorporando datos personales, fotografía, firma y huellas digitales. Su implementación respondió a la necesidad de un sistema más moderno, seguro y equitativo.
El DNI marcó un cambio cultural: la identificación ya no estaba ligada al deber militar o al derecho al voto, sino al simple hecho de ser ciudadano.
Un legado en la historia documental argentina
Hoy, la libreta de enrolamiento es una reliquia, pero su legado sigue vivo. Muchas familias la conservan como un símbolo de identidad, historia y pertenencia. Fue un documento que acompañó a generaciones de argentinos, reflejando una época donde ciudadanía, deber y derechos estaban íntimamente entrelazados.
El DNI, en cambio, representa la evolución hacia una ciudadanía más inclusiva, donde el acceso a la identidad ya no depende del género ni del servicio militar.
Conclusión: más que un documento, una ventana al pasado
Entender la historia de la libreta de enrolamiento es también entender cómo evolucionaron los derechos civiles y la organización del Estado argentino. Su transformación en el actual DNI no solo refleja un cambio administrativo, sino un proceso de modernización e inclusión.
¿Tienes una libreta de enrolamiento en casa? ¡Cuídala! Es parte viva de la historia argentina.