El reconocimiento de la ciudadanía italiana es tanto un derecho histórico para millones de descendientes como una fuente creciente de ingresos para el Estado italiano.
Solo en 2024, las tasas consulares recaudadas en América Latina por solicitudes de ciudadanía superaron los seis millones de euros, mientras que los procesos judiciales generaron más de 18 millones adicionales en tasas judiciales. A esto se suman nuevas contribuciones introducidas en 2025, como el Contributo Unificato Forfetario (CUF) de €600 por solicitante, lo que incrementa aún más el retorno financiero para las arcas públicas.
No obstante, con la entrada en vigor del Decreto-Ley 49/2025, este flujo económico podría transformarse. La norma impone límites más estrictos a la elegibilidad, condicionando la ciudadanía automática a vínculos directos con Italia —como tener un padre o abuelo nacido o residente en el país—. Este cambio busca contener el volumen de solicitudes, pero también podría reducir la recaudación que el sistema actual permite.
Un flujo de ingresos para el Estado italiano
Cada año, decenas de miles de personas en todo el mundo solicitan el reconocimiento de la ciudadanía italiana por iure sanguinis. Para muchos, representa una conexión emocional con sus raíces. Para Italia, representa ingresos concretos, sostenidos y predecibles, tanto por trámites administrativos como por servicios relacionados.
Tasas consulares: una contribución directa
El derecho consular de €300 por solicitante mayor de edad es uno de los pilares de esta recaudación. Solamente en Brasil, Argentina y otros países de América Latina, se tramitan decenas de miles de solicitudes anuales. El impacto económico es claro: millones de euros anuales canalizados a través de la red consular.
Sin embargo, el Decreto-Ley 49/2025 restringe el reconocimiento automático a quienes puedan demostrar un vínculo real con Italia. Esto podría reducir drásticamente el número de solicitantes en los próximos años, afectando esta fuente de ingresos directa.
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Solicitudes de Ciudadanía por vía judicial y sus costos asociados
La vía judicial, cada vez más utilizada por quienes enfrentan demoras o barreras administrativas, ha generado ingresos significativos. Solo en 2024, Italia recibió más de 28.000 nuevas demandas judiciales por ciudadanía, con un costo promedio de €518 por proceso, además del CUF y tasas complementarias. Considerando que cada proceso suele incluir varios solicitantes, los ingresos pueden superar los €130 millones anuales.
La reforma legal de 2025, sin embargo, prohíbe expresamente recursos como el juramento o la prueba testimonial en estos procedimientos, reduciendo considerablemente las posibilidades de éxito y, con ello, la motivación para iniciar nuevos procesos.
Impacto económico y nuevas regulaciones
El gobierno italiano argumenta que la ciudadanía debe mantenerse como un derecho vinculado a la identidad nacional, y no como un beneficio administrativo descontextualizado. La intención es redirigir los recursos consulares a quienes ya son ciudadanos, desincentivando el uso instrumental del pasaporte italiano. A pesar de esto, es probable que, en el corto plazo, se produzca un pico de solicitudes ante el temor de perder el derecho, lo que podría compensar momentáneamente la caída proyectada en ingresos.
Además, no hay que olvidar el impacto económico colateral: nuevos ciudadanos italianos que deciden vivir, estudiar o invertir en Italia generan consumo interno, matriculaciones universitarias, contratación de seguros de salud, pagos por alquileres y adquisición de bienes raíces.
Acceso al sistema de salud: mitos y realidades
Uno de los argumentos utilizados en el debate sobre las reformas ha sido el supuesto peso que los nuevos ciudadanos ejercen sobre el sistema sanitario. En realidad, los ciudadanos inscritos en el AIRE no tienen derecho pleno al sistema de salud italiano. Solo pueden acceder por un máximo de 90 días al año, sin asignación de médico de cabecera, y en circunstancias limitadas.
Además, existen convenios bilaterales de atención médica recíproca, como el acuerdo Italia-Brasil, que garantiza atención solo a quienes están afiliados a la seguridad social en su país de origen. Otros países de América Latina, como Argentina, Uruguay o Chile, mantienen acuerdos similares con Italia, lo que reduce aún más la presión sobre el sistema nacional de salud.
Conclusión: un equilibrio entre derechos y beneficios
La ciudadanía italiana sigue siendo una vía de conexión cultural, histórica y jurídica con Italia, pero también constituye un flujo económico relevante. Con el Decreto-Ley 49/2025, Italia busca encontrar un equilibrio entre la preservación del derecho y la sostenibilidad de su sistema institucional.En io.europeo, te guiamos paso a paso en este nuevo escenario legal, para que puedas ejercer tu derecho de forma segura, responsable y actualizada.